Pablo Garrofe, psicoanalista
¿Podemos permitirnos soñar con una existencia menos pesadillezca?
Por vicio de analista no puedo evitar esa palabra tan fea, pero me doy cuenta que está motivada, porque es el anagrama perfecto de pellizca Sade.
Brindemos por el año que se fue, imagino que ustedes estarán tan contentos como yo de despedirlo. Bueno, por lo menos no fue tan siniestro como el 2020, con el virus a pleno segando vidas. Mi amigo Emilio Gómez Barroso, que además preside la Escuela abierta de psicoanálisis, mi Escuela, me contó que su hermana enfermera en Madrid con barbijos como cascos atendía a los enfermos y se aislaba mientras su hermano bombero retiraba los muertos en sus casas.
El 2020 una porquería de año. No entiendo porqué en la quiniela el 20 es la fiesta. Hay que corregir eso ya.
Este año nos encontró vacunados, es claro que no somos tan ricos con las vacunas, pica un poco y se va, no nos come completos. La variante Omicrón pinta que es medio vegana, contagia mal pero no manda a tanta gente a terapia intensiva. O a una entrevista con San Pedro. Aunque la economía nos indica que San Pedro podría ser un destino posible para nuestras vacaciones.
Estoy muy mufado con ese tema, mientras los científicos, los médicos, los psicólogos ayudamos a la gente a sobrevivir, unos pocos vivos con mucho poder aumentan los precios de los alimentos porque ¿qué se puede hacer sino morfar, en estos tiempos? Estoy seguro, lo juro por Freud por Lacan, que no soy el único que en vez de balance del año que pasó necesita una balanza.
¿Cuándo vamos a poder salir de la cueva de verdad?

Quiero volver a la milonga y abrazar sin miedo a una mujer. Nos volvimos todos obsesivos, padecemos el tabú de contagio. Nos lavamos las manos al volver la calle, nos ponemos alcohol en gel, el otro es una amenaza deseante, por ejemplo si en el supermercado se me arrimaba una bella mujer yo me sentía agradecido, ahora le hago respetar la distancia. ¡Qué triste!
Pero lo peor es el triunfo de las psicosis. Discépolo tenía razón, el siglo XX es un cambalache. No sabía que el XXI nos iba a encontrar también a todos en el horno. Asistimos en todo el mundo al resurgimiento del fascismo, que es una psicosis social. Ahora se denominan libertarios, que es una palabra engendro, engendrada entre la libertad y los arios.
La derecha me fascina (la fascinación funda el fascismo), por su desparpajo con el inconsciente. Reprimen tan bien que hacen los mejores actos fallidos. Videla hizo uno insuperable: “antes estábamos al borde de un abismo, ahora dimos un paso al frente”. Lo bueno de los malos es que si bien pueden engañar a muchos, su maldad es transparente. Por eso dedican todo su esfuerzo y dinero a que ni se nos ocurra pensar. Basta un mínimo de razonamiento para que su trama se desmorone como castillo de naipes.
Lo que vimos este mes es digno de un capítulo del Superagente 86. Los jefes de los espías salen libres de su espionaje ilegal, y sus subordinados supuestamente “cuentapropistas” según el juez, envían a todos los medios filmaciones de las reuniones secretas de sus jefes. Kaos descubierto con las manos en la masa. Pero ¿a quién le importa? Naturalizamos la definición de riqueza del Diccionario del diablo de Ambrose Bierce: impunidad.
Les recomiendo el documental “El siglo del yo”, mejor documental del año, que está en youtube para entender que nuestro enemigo, el que nos impide tener una vida digna, se llama yo. Individuo libre. Libertades individuales. Ahí está el hueso de las psicosis sociales. El neoliberalismo no tiene nada que ver con el liberalismo, sólo son términos homófonos, como socialismo y nacional socialismo.

El neoliberalismo es la manipulación de masas llevada al extremo. Es como la película, “no miren arriba” mientras se acerca un cometa más grande que el que extinguió a los dinosaurios. Es la política entregada a los Ceos de las multinacionales. Es el esclavo que cree ser amo. Son brutos con poder, a falta de poder hacer algo que valga la pena. Ningún artista, ningún científico creyó ni por un instante eso de la libertad gratis, la gente que brindó algo a la humanidad siempre respetó a sus maestros, sus influencias, los que crearon antes. Las psicosis sociales son el rechazo a los padres, no hay linaje, y por eso el único hombre libre de verdad es el loco.
Bueno, me dejé llevar por la indignación ante la injusticia y la estupidez humana, para matizar propongo cambiar los números de la quiniela.
El 20, “la fiesta”. Nada que ver, vino la pandemia. Y la psicosis social. El loco fue el 20, además los años locos fueron los 20´. Que la fiesta sea este año que comienza, el 22, y al 21, “la mujer”, lo dejamos tal cual porque fue el año en que supimos cuidarnos, nos vacunamos, y si hay quien sabe cuidar seguro es una mujer.