Entre la inmensidad y la grandilocuencia de los clásicos, Santiago Giordano dibuja imaginariamente, o no tanto, el devenir de compositores incunables. Mentor de ‘Las fantasías del caminante’, ciclo radial de FM Clásica que de modo involuntario se volvió “de culto”, el hombre concibe la música como una manera de pensar, de sentir. “En realidad el programa fue como una prolongación de ‘la música tiene historia’”, dice aludiendo a otro antecedente radial, iniciado en Nacional, allá por 2011.
“Comunicar la música a través de un rasgo histórico, me pareció lo más inmediato y atractivo para un público variado”, amplía. La experiencia representó cinco años ininterrumpidos junto a la locutora Gisela Lópéz y una consigna acordada con quien fuera director de la emisora, Pablo Kohan a quien describe como un tipo generoso “Que escuchaba la radio obsesivamente. Después de escuchar mi programa en Folklórica me dijo quiero que hagas así con la Clásica, poné lo que quieras, fíjate que ciertas obras no sean larguísimas. Me dio absoluta libertad para ocupar un espacio”, destaca el periodista y crítico.
Dialogando
En el haber del recorrido celebra poder escuchar mucha música. En cuanto al oyente destaca: “Me ha pasado de subir al taxi y que el tipo te mire por el espejito y te diga ‘el caminante’ entonces decís ya está. Al final de cuentas las cosas pasan por ahí, saber que desde algún punto estuviste dialogando con alguien”. Tal conclusión deviene de un recorrido donde Giordano pone el acento en su formación “O mejor dicho, de la manera en que aprendí. Soy de la generación que creció durante la dictadura militar, tuvimos muchas carencias, muchas omisiones y en mi caso particular, en el 82, por circunstancias varias se me abrieron una serie de ventanas y empecé a conquistar lo que había perdido”.
En ese bagaje, el cordobés señala el folklore de su provincia y el contexto. A la distancia recuerda con cierta tristeza su secundario, conviviendo con su hermano y abuelos. “Mis viejos se habían exiliado y cuando terminé los estudios me reuní con ellos”. Mudarse a Módena, primero y luego cerca de Nápoles amplió el interés y el espectro. “Me integré al mundo del Conservatorio, de la Academia *. Nos juntábamos con los amigos a escuchar discos, con la misma jerga de los rockeros, nosotros tomábamos un tren para escuchar Vivaldi o para ver un concierto”.

Aquella pasión del 84 hizo de la clásica su refugio. “Fueron años en Europa donde el Estado social era muy generoso. Entonces los jóvenes no pagábamos en ningún lado, entrábamos a los teatros. Una cosa que hacía mucho era laburar de comparsa en la Opera, estábamos en contacto con ese mundo, qué se yo. Vivíamos la música de esa manera y la contábamos de esa manera. Y tenía la suerte de contar con un par de profesores de historia muy buenos, uno en particular, Roberto Verti, que era también como nosotros”.
La voz del entrevistado se enciende con sus recuerdos. “Nos juntábamos en los cafés para charlar. Como ayudamemoria de los números, Roberto tenía para todas las claves las fechas de los compositores. Entonces decía ‘37’ Ravel, ‘18’, todo eso nos llevó a una desacralización, a corrernos de esa idea decimonónica de lo sagrado, del intocable universo de los muertos”, repasa y sigue: “Además escuchábamos jazz y criticábamos como loco. Sacábamos el cuero o no dábamos nada por sentado. Por ahí venía uno y decía, ‘loco escuché una obra de Brahms y no está buena’, y era una obra menor que el tipo no había editado y que surgió después de su muerte. Había un contacto vivo con la música. También éramos pendejos”.
Paradójicamente, aún como músico, los caminos de Santiago enfilaron para otros rumbos. “Cuando volví no toqué ¿por qué? El 99 fue un momento muy duro porque medio que no te daba bola nadie”, admite. El azar, sin embargo, reorientó ese espíritu crítico de prematuro melómano.
Circunspecto y bloggeros
“Por esas casualidades, el jefe de cultura del diario La voz del Interior que había sido alumno de mi viejo en la Universidad de Córdoba me invita a escribir. Mi viejo que era un tipo circunspecto, fue uno de los primeros traductores de Gramsci en Argentina, un marxista que hablaba como escribía, entonces escuchándolo hablar a él, de alguna manera leía. Ese fue el lugar de donde vengo, marcó mi concepto de cómo escuchar la música”.
Antes de destacarse como Jurado de los Premios Konex, de la radio y desempeñarse como profesor de la Escuela de Música de Avellaneda, su espíritu crítico se convertiría en una oportunidad de trabajo concreta.
“El folklore formó una parte importante de mi vida afectiva y sentimental, Córdoba era una ciudad muy llena de eso, me lo llevé conmigo y a mi regreso resurgió. Comenzaron a aparecer portales y blogs de coleccionistas, que compartían sus discos para que los bajes. Comencé a escuchar y a recomponer todo aquello que yo tenía en la mitología. ‘Los Andariegos’ y otros artistas que se habían perdido durante la dictadura”. Así Santiago volvió a estudiar “fue un poco como salida laboral, del mismo modo que lo había hecho con la música clásica. Y ahí armé una historia del folclore que aquí no había”. De tal aprendizaje le quedaron ciertas correspondencias entre ambos géneros. “Fijate en la tradición clásica, por ejemplo, el otro día durante el aniversario de (Eduardo) Rovira, tenía una idea respecto de Piazzolla que era lo que sucedió en relación a Beethoven sobre el hecho de no haber compuesto una gran melodía. Esto llevó a considerarlo como un músico árido y ese concepto de Rovira, respecto a Piazzolla, cuadraba perfectamente, no hay ninguna forzatura”, asume.

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A las coberturas periodísticas, Cosquín incluido, le siguió el concurso para cubrir la cátedra sobre Historia del Folklore, su experiencia en Italia facilitó las cosas. Al ser consultado, descarta algún tironeo nostálgico con la península europea. “Volví viendo que aquel país que había conocido se estaba acabando. Entonces seguí los consejos de mi viejo que murió allá. ‘Se viene un mundo mierda, lo vas a soportar mejor donde naciste’. No estoy muy seguro que haya tenido razón, pero hay algo de cierto”, resuelve.
Acepta las reglas del juego de la pandemia. “El contacto con el público está suspendido”, dice quien prepara su ciclo desde casa y lamenta compartir el tándem con Gisela a distancia. (Las Fantasías del Caminante. De 20 a 22 por Nacional Clásica) “¿Querés creer que en todos estos años nunca miré el reloj?”, dice orgulloso. Se jacta de haber comprado un micrófono nuevo para grabar el programa **, hasta hace poco producido con su teléfono. “Me hacía acordar a esas épocas épicas cuando decían que Roberto Rossellini había filmado con un celuloide vencido”, describe quien acepta que hoy todo se hace largo y requiere de paciencia, en relación al Covid-19.
En esa preparación, Santiago intenta mejorar su lenguaje. “Convivo con la idea de que uno no sabe qué público te escucha pero ‘pensalo lo más inteligente que puedas’”, define convencido.
Melómano y obsesivo lo asume sin ruborizarse. “Si agarro un compositor voy a fondo, me puede pasar con la música clásica, con el jazz. Hoy tenemos la posibilidad de estudiar y escuchar música contemporáneamente. El gran problema del saber hoy es ordenarlo. Hay una inmensidad que no sabemos manejar, donde estamos medio perdidos”, dice en relación a las redes.
A la hora de pedirle recomendados sugiere las tres B: Bach, Beethoven y Brahms “En ese orden, la obra del primero es muy atrapante, la de Ludwig es más provocativa y hoy la escuchamos más y Brahms, muy atractiva. Son buenos espacios por donde entrarle a la música clásica y una vez que entraste que dios te ayude. Agarrá por donde quieras que no te podés equivocar”.
*Entre 1987 y 1999 Giordano residió en Italia, donde completó sus estudios de guitarra en el Conservatorio Stanislao Giacomantonio de Cosenza y realizó el curso trienal de alto perfeccionamiento con Angelo Gilardino en la Accademia Superiore Lorenzo Perosi, de Biella. Se graduó en Didáctica de la Música en el Istituto Musicale Pareggiato Orazio Vecchi de Modena –con una tesis sobre la improvisación en la música barroca–, donde también se desempeñó como docente. Estudió también dirección de orquesta con Piero Bellugi y composición con Franco Donatoni.
**Santiago conduce ‘Las Fantasías del Caminante’, en Nacional Clásica (de 20 a 22) ‘Abrimos los Domingos’, por FolkloricaFM987 (De 16 a 18)