El final de la campaña gruesa 2019-2020 no fue la esperada por los productores tucumanos y de las provincias vecinas. Gran parte de la superficie sembrada necesitó ese último aporte de agua para poder llegar a un rendimiento aceptable y así poder hacer frente a los elevados gastos de implantación e impuestos.
Sin embrago, para la Asociación Civil de Productores Agrícolas y Ganaderos del Norte (Apronor) “esa lluvia que necesitábamos llegó de manera despareja pero tampoco, para los que tuvieron la bendición, les fue suficiente. Así arrancamos la campaña fina cluecos y con un perfil de humedad de suelo muy pobre” y explican que “el panorama pintaba para desastre pero, como siempre decimos en el campo, la esperanza es lo último que se pierde. Con ese sentimiento transitamos el invierno, con la ilusión de que la naturaleza revierta el mal comienzo, cosa que no sucedió”.
La implantación de la mayoría de los lotes de Tucumán y zonas de influencia se hace fundamentalmente para mantener los campos limpios de malezas y evitar un control químico en invierno. En la etapa inicial, se puedo ver una buena implantación pero los productores explicaron que con la falta de lluvia y un invierno crudo con varias heladas fue “un combo
explosivo que está dejando todo “crocante” de seco”.
Desde la Asociación adelantan que “está muy comprometida la situación de los cultivos de invierno (trigo y garbanzo)” y advierten que en el tramo final de la campaña la cosecha va ser para algunos productores y que “la gran mayoría solo aspira a recuperar algo de semilla para poder volver implantar en la próxima campaña”.