Por Marcos Fournier
Según estimaciones de las propias empresas automotrices instaladas en nuestro país, la producción rondará en el 2015 las 600 mil unidades.
Dicha cantidad supone una brusca caída con respecto a temporadas anteriores, sobre todo si tomamos como base el record establecido en el año 2013, con casi 800 mil vehículos fabricados, con una intensa actividad tanto exportadora como importadora de unidades.
Pero más allá de mayores o menores cantidades, la particularidad argentina se centra en un raro, y quizás peligroso privilegio: poseer una cantidad muy alta de fábricas instaladas en comparación al volumen de su mercado y población.
Dicho de otra manera, once empresas fabrican vehículos en nuestro país, aparte de otras 2 que producen cajas de velocidades y motores, número inusual para cualquier nación.
Se podrá decir que las autopartes se han convertido en un punto crítico en esta ecuación, ya que son muy importantes los contenidos importados que integran cada unidad y se acerca la posibilidad de convertirse en armadoras más que en plantas productoras.
Pero intentando entender el porqué de esta sobreoferta para un mercado como el nuestro, se pueden acercar algunos datos y entramados económicos que pueden explicar esta situación.
Argentina fluctúa entre el puesto 15 y el 20 en la lista de países productores de vehículos a nivel mundial, según el año y la coyuntura, pero en América ocupa el quinto lugar, por detrás de EE.UU., Canadá, México y Brasil, con lo cual en el sur del continente las empresas aprovechan esta situación y destinan recursos para segmentar sus producciones, manufacturar modelos específicos en diferentes plantas y países, de tal manera se evitan altos impuestos y restricciones por comercializar productos extrazona.
A esta situación es imprescindible agregar un dato no menor, nuestro país posee el mejor promedio de automóviles per cápita de Sudamérica, por encima de Chile y Uruguay, y muy lejos de México y Brasil, los dos pesos pesados de la región.
Un mercado que pretende acercarse al millón de unidades comercializadas, no deja de ser un bocado apetecible para cualquier empresa que desee obtener su cuota de ganancia.
Las políticas industriales nacionales deben entonces mantener un delicado equilibrio: conservar las plantas existentes, intentar radicar más empresas, (la última novedad acerca de la futura fabricación de la pick up Nissan en asociación con Renault es una excelente noticia), promover la radicación de compañías autopartistas, incluso que retornen las que en su momento se marcharon y conservar los salarios más altos de la región incorporando a su vez nuevos empleados, con costos totales de producción medido en dólares que hace muy difícil, pero no imposible, su desarrollo exitoso.
Retomando entonces el inicio de este artículo, resulta llamativo que un país con tan pocos habitantes en comparación con sus vecinos que lo triplican y hasta cuadruplican en potenciales compradores, mantenga en su territorio casi la misma cantidad de compañías instaladas.
El desafío sigue siendo entonces mantener ese delicado equilibrio.