Alicia Tomaszuk es hija y nieta de productores, todos socios de Federación Agraria Argentina. Durante mucho tiempo se dedicó a la agricultura, en la empresa familiar, en la provincia de Chaco. Hizo los cultivos regionales, algodón, para su sustento y para colaborar con la actividad familiar. Su campo está ubicado en Colonia Domingo Matheu, Departamento O’Higgins, San Bernardo. Lo heredó y a la fecha produce sola en las 76 hectáreas, algo de agricultura de huevos, apicultura y turismo rural.
Acerca de los inicios en la actividad, un día de 2006, su hijo que era emprendedor de apicultura debió dejar la casa familiar para estudiar en la universidad, y le pidió que le cuidara las cámaras. “Yo de abejas no sabía nada. En ese momento me puse a trabajar con el tema de la Agricultura Familiar y me olvidé de los cajones de mi hijo. Así que se me fueron las abejas. Empecé desesperadamente a conectarme con gente que hacía apicultura, porque sentía que no podía fallarle a él”, cuenta sobre sus inicios y resume “llegué a través del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y de un apicultor, a interiorizarme en el tema, así que empezamos a poder reactivarlos, él me explicaba las cosas y cómo era el tema, cuando se cosechaba, cuándo se curaba y todo. Entonces empecé a ver cómo era el tema apícola, hice cursos de iniciación y vi videos en Youtube. Necesitaba reactivar el material que tenía y no fallarle a mi hijo en la producción. Resulta que después me enamoré de la actividad y del oficio. Hoy, él está recibido y yo continué como apicultora”.
Así, casi por error, comenzó una actividad de la que hoy es referente. Pasó de tener 40 colmenas a más de 180. No fue un camino fácil, pero el asociativismo le permitió crecer.
En el año 2009, hubo en la zona donde Alicia trabaja una gran sequía, que hizo que de las 40 cámaras de cría que tenía pasara a 20, por las condiciones climáticas. En ese momento, volvió a acercarse al INTA, donde le propusieron armar un grupo con otros productores, para trabajar en conjunto. En 2010, junto a otros 11 productores comenzaron un grupo. Entonces, sólo tenían en común la localización geográfica (todos eran de la zona del sur o el norte de Villa Ángela), pero no se conocían entre sí.
Luego, a nivel nacional se lanzó el programa Cambio Rural, que tenía como objetivo a través de la asistencia técnica, y la reconversión productiva, como un medio para mejorar la situación productiva y socioeconómica de los pequeños y medianos productores rurales.
“Y como nuestro objetivo era asociarnos a una cooperativa o avanzar en la formalización, vimos que podía ser a la Cooperativa Apícola de Santa Sylvina. Si bien nos quedaba un poco lejos, la cooperativa nos brindaba más posibilidades de atención. Tenían un técnico que nos permitía hacer jornadas técnicas en cada uno de los apiarios, a través de un programa del Ministerio de la Producción de la provincia del Chaco, en la zona deprimida. Esos encuentros a campo eran mucho más comprensibles y didácticos. Aprendimos mucho”, reseña Alicia.
El trabajo en conjunto fortaleció al grupo. Tanto que en un momento les informaron que, como tal, estaban habilitados para acceder a los fondos rotatorios que se entregaban a través del Proyecto de Inclusión Socio Económica en Áreas Rurales (PISEAR 1), que era “una iniciativa del Gobierno de la República Argentina financiada parcialmente con fondos provenientes del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), a través del Convenio de Préstamo 8093-AR. El Proyecto es ejecutado por el Ministerio de Agroindustria de la Nación, a través de la Unidad para el Cambio Rural (UCAR) y las Unidades Ejecutoras Provinciales.
A través de ese fondo rotatorio, que les permitía acceder a la compra de materiales para la producción, se fortalecieron como productores apícolas. Pudieron acceder a cámaras de cría (madera para cuadros, alambres, ojalillos, clavos), mejorar la sanidad (a través de la cura de todas las colmenas, para asegurar que todos tuvieran colmenas sanas) y tambores. También compraron bienes destinados a la alimentación, tanto tortas proteicas como azúcar. Así logaron reponer y/o acrecentar los apiarios.
“Ya teníamos técnica, contábamos con un montón de herramientas que nos dio el pertenecer al grupo, a la cooperativa, así que al recibir los materiales que necesitábamos y poderlos devolver con kilos de miel, entregando una parte de nuestra producción, nos facilitó mucho. Es decir, estar juntos y asociados nos permitió facilitar y optimizar recursos, estar atentos a las capacitaciones, asistir a exposiciones y aprender mucho para crecer. Hemos progresado y hoy somos apicultores que tenemos una gran cantidad de colmenas y estamos produciendo un número importante tanto de kilos de miel como de tambores, así que hoy nos tienen en cuenta hasta los exportadores”, asegura la apicultora.

Hasta ese momento la extracción era un problema. En principio, cada productor se las arreglaba del modo que podía; los productores tenían extractores en sus casas, y lo hacían de modo manual. Luego, como grupo un productor donó un terreno y montaron un galpón. Allí, con financiamiento del gobierno provincial, a través de la cooperativa lograron acceder a montar una sala de extracción móvil eléctrica, que tenía luz y aire acondicionado y les permitió mejorar la sanidad y la higiene, con menos esfuerzo. Así, en grupo, la fueron pagando con kilos de miel. Sintetiza Alicia: “Primero hicimos el galpón para tener un lugar donde reunirnos y luego poner la sala móvil. El terreno lo donó un apicultor. Con colaboración de todos se hizo el galpón. El municipio y el ministerio les dio a algunos productores algunos subsidios individuales. Gracias a eso y a la solidaridad de todos, terminamos el tinglado y ahí pusimos la sala de extracción móvil”.
A la fecha, de los 12 productores que integraron el grupo Cambio Rural, 8 siguen trabajando con la cooperativa. “Los que quedamos es porque consideramos a la apicultura como nuestra actividad principal. Les ponemos pilas y estamos en producción permanente. Creo que la deficiencia es que somos todos mayores, así que nuestro próximo desafío debe ser trabajar para incentivar a los jóvenes a que tengan sus colmenas. Porque el trabajo pesa y hay que pensar quién seguirá con nuestro trabajo, hay que capacitar a los jóvenes para el oficio del apicultor”, señala Alicia.

“Todo este recorrido nos permitió crecer a todos entre 4 o 5 veces más de lo que teníamos de producción al inicio de esta iniciativa. En mi caso, si cuento que comencé con 40 colmenas, hoy tengo entre 180 y 200. Hicimos los deberes, nos capacitamos, nos esforzamos mucho e hicimos de la apicultura nuestra actividad principal. Esto nos dio rentabilidad”, concluyó orgullosa.
Consultada sobre qué espera de la actividad, y cuáles son sus expectativas, dice Alicia: “Las políticas apícolas están siendo desperdiciadas, porque no se le da importancia a la actividad. Si bien el INTA o los ministerios nacionales o provinciales pueden entenderla, la apicultura no es valorada y no se le da importancia como un valor exportable. La miel se exporta y es una entrada de divisas para el país, sin embargo, no se está cuidando a los productores que hacemos la miel. Y eso es parte de la importancia del ‘Consuma miel’. Pero no alcanza con promocionar una semana al año, si durante todos los otros días se ponen trabas a la actividad y a la venta de miel”.
“En la semana de la miel, desde la Fundación salimos a las escuelas para que los chicos conozcan la importancia de la abeja. Hay chicos que en su desayuno ni en su vida nunca probaron miel, o creen que viene de frasco, no de la abeja. Esta actividad debería ser permanente en las escuelas. También a través de fundación estamos incentivando a las escuelas de oficios para que se enseñe a ser apicultor, la carpintería apícola y la importancia de subproductos apícolas, como la apitoxina”, detalla la apicultora.
Para la integrante del grupo de Cambio Rural es importante que la promoción “ trascienda para todos, más allá del sector apícola, que no seamos solo nosotros los que cuidamos las abejas, sino que finalmente todos podamos involucrarnos en esto que se relaciona con todos los alimentos primarios”.
Escrito por Vanina Fujiwara, corresponsal COPROFAM en Argentina.