La crisis provocada por la pandemia se desarrolla frente a un riesgo planetario que amenaza el clima y la vida tal como se la conoce. Hasta 811 millones de personas en el mundo se enfrentaron al hambre en 2020, un aumento del 20% en solo un año. Los incendios forestales, inundaciones y sequías aparecen con más frecuencias provocando desastres productivos en las distintas regiones.
El último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) muestra que en todos los escenarios, las temperaturas superiores a 1,5 ° C y 2 ° C por encima de los niveles preindustriales se superarán durante el siglo XXI, a menos que las emisiones globales de gases de efecto invernadero se reduzcan a la mitad en la próxima década.
Es por ello que los sistemas de producción de alimentos sostenibles deben reconocerse como una solución esencial para estos desafíos existentes. Desde los países americanos unificaron criterios muchos de ellos avalados científicamente sobre que la producción agropecuario no es la responsable del cambio climático, sino la solución para menguar sus consecuencias.
Para analizar las causas y las posibles soluciones y acciones se realizó la Cumbre de los Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas con representantes de 70 países, más de 500 expertos de aproximadamente 250 organizaciones, agricultores, jóvenes y pueblos indígenas.
El secretario general de la ONU, António Guterres, criticó el uso de la producción alimentaria que pone en riesgo la diversidad y pidió un compromiso entre empresas y gobiernos para “aunar esfuerzos” hacia dietas más saludables.

Por parte de Argentina, el presidente Alberto Fernández pidió durante el encuentro internacional eliminar “políticas agrícolas distorsivas y proteccionistas que han perjudicado tradicionalmente a los productores agrícolas” de los países en desarrollo y sostuvo que “el mundo puede seguir contando con la Argentina” para conseguir “alimentos sanos, inocuos y nutritivos, producidos de forma sostenible”.
“Hemos trabajado en mejorar los suelos, con la introducción de la siembra directa, y hemos desarrollado biotecnología de punta aplicada a semillas mejoradas, entre muchos avances. Estamos convencidos de que el sector agrícola es parte fundamental de la solución para alcanzar la seguridad alimentaria mundial de una manera sostenible”, añadió el mandatario argentino.

Por su parte, el informe Transformar los sistemas alimentarios para la prosperidad rural, publicado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), advierte de la importancia de invertir más en granjas rurales y en pequeñas y medianas empresas locales, ya que puede ayudar a crear sistemas alimentarios mundiales más inclusivos, justos y sostenibles. “La mayoría de las personas de las zonas rurales obtienen ingresos del trabajo en la agricultura a pequeña escala, que es una fuente vital de alimentos a nivel nacional y mundial”, se indicó en el estudio.
“La pandemia nos ha recordado nuestra interconexión y que nuestra salud, la salud de los animales y el planeta están intrínsecamente vinculados, lo que destaca la necesidad urgente de mejorar la cooperación a nivel nacional, regional y mundial para abordar la resistencia a los antimicrobianos y las enfermedades zoonóticas, utilizando un enfoque de salud único integrado y basado en sistemas. Un enfoque de salud único también es vital para economías fuertes y resilientes”, subrayaron como uno de los aspectos en el balance en la Cumbre.
La posición unificada de los países de las Américas fue consolidada alrededor 16 mensajes claves plasmados en el documento “Principales mensajes en camino hacia la Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios, desde la perspectiva de la agricultura de las Américas”, que los países hicieron propio a partir de un trabajo coordinado por el IICA y presentado también en la Precumbre en Roma.
En ese momento, la ministra Tereza Cristina puso el énfasis en que la agricultura forma parte de la historia y la cultura de las Américas, continente donde el medio rural tiene un fuerte arraigo. “Somos el principal productor de alimentos y de servicios ambientales del mundo, por lo que nuestra región debe ser incorporada como parte de la narrativa que se está produciendo en la Cumbre. No se puede sostener que la agricultura es responsable del cambio climático”, indicó la jefa de la cartera agropecuaria del gobierno de Brasil.
El ministro uruguayo Mattos llamó a priorizar la ciencia y a rechazar “las teorías que intentan vincular la producción agropecuaria del continente con el cambio climático. Somos la solución y no el problema de los sistemas alimentarios. No se puede proponer limitaciones al consumo de los productos agropecuarios mientras otros sectores, como el de combustibles fósiles, son los grandes responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Esos mensajes resaltan que los productores agropecuarios y los trabajadores de los sistemas alimentarios son un eslabón imprescindible y central, y que sin producción agropecuaria no hay materias primas para transformar en alimentos. Destacan a la agricultura como una actividad fundamental para erradicar la pobreza, impulsar el desarrollo rural y proteger el ambiente.
Se destacan:
- La transformación de los sistemas alimentarios globales debe ser equilibrada en relación con los siguientes atributos: capacidad de aumentar la producción y variedad de alimentos; sanidad e inocuidad; diversidad y calidad nutricional; y sostenibilidad ambiental, económica y social. Se reconoce que no existe un modelo único y los equilibrios y trade-offs serán distintos en cada país y subregión.
- Es fundamental que el sistema multilateral desempeñe un rol cada vez más activo para limitar y reducir la distorsión del comercio y la producción y velar por la adopción y aplicación de medidas sanitarias y fitosanitarias basadas en ciencia.
- Los nuevos escenarios de la ciencia y la tecnología representan una oportunidad estratégica para avanzar hacia una agricultura más productiva y sostenible, gracias a que posibilitan mayores niveles de precisión y eficiencia.
- La economía circular y la bioeconomía, que implican un enfoque en el uso eficiente de los recursos (incluida la intensificación sostenible de la producción) y la reducción y reutilización de los desperdicios de la producción agropecuaria para la producción de otros bienes, y la inversión en investigación y desarrollo (I+D) son elementos claves en este nuevo escenario.