Son pocos los periodistas que, como Ezequiel Fernández Moores, hacen de sus columnas una suerte de cajas chinas, en las que además de revisar experiencias deportivas y contextos, el lector se descubre transitando un recorrido desconocido. Algo parecido podría suceder con esta entrevista. Entonces no queda más que adentrarse a las respuestas del personaje y permitirse revisar sus múltiples sentidos.
¿Cuál es tu análisis sobre la idea de ‘jugar al fútbol como sea’ que se dio a nivel global durante la pandemia?
-Hay un doble análisis: por un lado la necesidad de competir y el fútbol es una industria competitiva por excelencia. Hay resultados, tablas de posiciones. Además como en cualquier orden la gente necesita la guita para vivir y el fútbol también. Si me quedo encerrado, el vecino compite porque encima es una competencia internacional y entonces resulta muy entendible esa desesperación de volver al juego. Por un lado intento comprenderlo y por otro, el fútbol es un show donde lo que se genera no se agota en una tribuna o en los bares, es tan visible lo que se genera que va más allá de simplemente volver a jugar al fútbol. Y por otro lado, es una vidriera muy poderosa porque si vos le decís a una sociedad confinada que los jugadores pueden jugar, por mucho que expliques la burbuja y los testeos permanentes -y el número de contagios ha sido pequeña respecto de la media de la sociedad-, esa visibilidad que tiene el futbol, ese mensaje social contradictorio de autorizarlo, genera un conflicto. Y el fútbol dice “pero si nosotros nos cuidamos pero en otros lugares ya permiten hacer cosas, ¿por qué nosotros no?”, bueno ese poderoso mensaje social del fútbol es analizado por los poderes de turno. Entonces por eso son muy cautelosos. De haberse hecho la copa América en Argentina, dudo mucho que hubiera aumentado la incidencia de contagios, pero para un gobierno que puso medidas muy estrictas en su momento, hubiese sido muy contradictorio y difícil afrontar la cifra de 100 mil muertos en plena competencia.
¿Qué sucede con el juego? ¿Te sigue conmoviendo, te volviste más escéptico, te enojas con el Var?
-El factor de lo imprevisible me sigue pareciendo absolutamente conmovedor porque sigue existiendo, porque es así. También me aburro muchas veces, quizás ese factor de conmovernos sea un 10 por ciento respecto de ese 90 que te aburre, pero quién te quita lo bailado. No sé si me volví más escéptico, por ahí veo que al fútbol pasa como con las ciudades, que cada vez se parecen más. Por ahí meten palmeras artificiales, otros bulevares y se asemejan. El fútbol también se va pareciendo: correr, presionar, recuperar. Quizás el primer mundo tiene la ventaja de contar con más tiempo para trabajar. No es dinero si no más decisión. Con la mayor tranquilidad que da trabajar a largo plazo. Acá no es que se tira a la basura la formación de los jugadores pero se la apura. Necesitamos formarlos rápido para venderlos más rápido. Allá hay más tiempo y también decisión. En cuanto al VAR, cuando surgió dije ‘lamentablemente el futbol se lo merece’. El fútbol abrió tantas barbaridades, tantas sospechas que el VAR era la respuesta que se merecía. No me gustó nunca y hoy estamos más enojados con el VAR. Como temíamos cambió la naturaleza del juego. Es cierto que vemos las acciones complejas y las buenas no las tenemos en cuenta. E que en las polémicas suceden los goles, no son situaciones intrascendentes. Entonces te han definido partidos y hay situaciones que todavía no se pueden explicar. Tal vez todavía sea todo muy incipiente y tengamos que darle más tiempo.
Leyendo una nota tuya en LN decís que ‘Europa queda lejos’, pero a la vez rescataste la imagen de Leo con Neymar de la Copa América ¿la distancia es política, estructural o un combo?
-Una cosa es la imagen que dan dos de los mejores cracks del mundo, que son de una supuesta rivalidad de países muy rivales y que sin embargo privilegian su vínculo personal desde siempre. Estando en Brasil en 2014 Neymar declara: ‘De ahora en más quiero que Messi sea campeón’, es decir que un brasileño diga eso en su país me pareció muy audaz, muy valiente. Desde ese momento creí que Neymar se ganó definitivamente el corazón de Messi por ese gesto. Y de ahí en más el vínculo fue muy bueno entre ambos. Hay algo ahí de la sociedad futbolística. Pienso que Messi siempre quiso como socios a jugadores que pudieran estar a su altura. No desde la arrogancia, si no alguien con quien construir y mejorar futbolísticamente. Sabiendo que Messi no es una máquina, entonces busca en quién confiar cuando esa máquina se apaga. Y Neymar le ofrecía todo eso: tenía su propio desequilibrio individual, su personalidad, no era un messidependiente y creo que a Leo le gustó mucho siempre eso. Con esto yo también crezco. Y esa empatía futbolera ayudó a lo otro, no sé qué primero y qué después, no importa, pero ahí se formó un vínculo.
¿Y en cuanto a la distancia?
-Cuando digo que ‘estamos cada vez más lejos’, podría referirme a casi de todo con la pelota. En todos lados el fútbol es manipulación política, es negocio, pero lo que ha hecho el primer mundo con dinero es entender que para que el negocio funcione mejor hay que saber respetar el juego. Y que el espectáculo tiene que mejorar, entonces esas inversiones no son solo para comprar futbolistas en 100 millones de dólares sino también para formar propios jugadores, por lo que existe un reglamento que tiende a hacerse respetar. Ahí hay una búsqueda de perfeccionamiento. Ejemplo: Inglaterra llena de dinero abandonó su arrogancia, aún con la que suele dar el dinero y buscó talentos extranjeros. El fútbol le ha hecho bien a la Inglaterra más imperial, le ha hecho ver que no te podés aislar en el mundo como el Brexit. Digamos ¿cómo crecemos? Buscando talentos extranjeros. Ahí están todos los técnicos, alemanes, franceses, argentinos como Bielsa dirigiendo en la Premier y ayudándolos a crecer futbolísticamente. Cuando veo que la prepotencia del dinero gana, no puedo dejar de verlo pero cuando veo que no es solo eso, no quiero quedarme entonces en que la única diferencia es en dinero porque en ese caso sería achicar en análisis, es insultar la inteligencia. Con ese dinero sabían hacer cosas buenas también, ahí siento que nos estamos alejando cada vez más del primer mundo.
¿En dónde lo notás?
Aquí la desesperación por ganar un partido o vendiendo un jugador o con la designación de un árbitro, esa desesperación de sacar ventaja todo el tiempo es lo que nos está dejando muy atrás. Por un lado alimenta un gen competitivo pero tiene un lado B: creer que ganar lo es todo. Y entonces construirnos a muy corto plazo.
¿Cuántas veces y cómo lo repensaste a Diego después de su muerte?
-Hace un tiempo hablaba con (Daniel) Arcucci, en el programa que teníamos en la radio y salió Diego y me recordaba que aprendí a quererlo más en toda su dimensión. Más al Diego post jugador que al de su época de oro. Contaba con su enorme arrogancia que fue de gran ayuda en un sentido para ser el número uno. Era una figura arrogante y por momentos antipática. Claro que estaba la pelota y te olvidabas de todo. En cambio al Diego sin pelota que no dejó de ser arrogante, lo vi más frágil. Toda esa fragilidad que tenía y que la pelota disimulaba, quedó más expuesta y sin embargo, aun así la siguió luchando en su amor por el futbol. Su vida privada fue por otro carril, hablo de su vida futbolera. Así como llegó a dirigir la Selección, dirigió un equipo de la segunda división en México. Era insólito que no sé cuántos argentinos estuviésemos viendo a Los Dorados, a ese equipo mexicano que jugaba una segunda división mala. Partidos malos a la una de la mañana y ahí estábamos viéndolo a él, no a los Dorados. Y después viene acá y lucha por no descender con Gimnasia. Entonces esa figura guerrera de Diego, a mí se me hizo como muy atractiva. A qué quiero llegar. No podemos ser genios como Maradona, son únicos en el mundo, se dan cada tanto. En cambio sí podemos ser guerreros todos y Maradona con toda su fragilidad, con todos sus problemas, siguió siendo guerrero. Ahora está todo muy dominado por cómo lo usaron, cómo otros se aprovecharon de un Maradona más frágil, eso es subestimar a Maradona. Siempre sus entornos los eligió Maradona. Y todos sabemos cuando una persona juega con la autodestrucción, no hay entorno que pueda detener eso. No hay amor, cariño, que pueda detener eso cuando la persona está embarcada en ese camino. Porque todos tenemos el derecho de decir cómo queremos vivir y cómo queremos morir y Diego lo ejerció en su plenitud. A veces responsabilizar a otros de esa decisión de Diego, no me cierra mucho más allá de lo que diga el expediente judicial. No debería ser fácil estar ahí queriendo cuidarlo de cerca cuando él mismo tampoco se quería cuidar.
Su sueño del sindicato internacional de futbolistas ¿fue una utopía o pudo haberse concretado?
Sindicatos hay. Está el AIFP (Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales) que se veía como un sindicato muy establishment, muy alineado con el poder de la pelota. La historia de AIFP está en esa línea, no es un sindicato muy combativo. Con altas y bajas en su momento Diego, Cantoná y otros amagaron un avance. Pero sabemos que cuando la construcción sale de la inspiración del genio, no digo que no trabaje, pero a veces la tarea es más colectiva e invisible, entonces esa otra construcción que tiene menos poder seductor para los medios, les costó más por lo que el proyecto quedó inconcluso. Y una cosa más, ha caído el poder de los sindicatos pero más allá de los errores que hayan podido cometer algunos sindicalistas, lo cierto es que desde que los sindicatos comenzaron a declinar en su poder, el mundo se ha hecho más desigual, es decir que mal o bien defendían y defienden intereses de los trabajadores.
En 2017 fuiste distinguido como periodista deportivo de la década ¿Qué rescatás de la profesión y por qué creés que se la vincula más con el espectáculo?
-Es cierto lo de ese premio pero en el mismo momento que lo recibí, lo agradecí pero dije que el mejor reconocimiento de una trayectoria es ver los recibos de sueldo y que quede claro que me pagan por hacer periodismo, no por hacer propaganda y que me pagan los medios en los que trabajo. Pueden ser blancos, negros, de derecha, de izquierda porque yo no soy el dueño de los medios, pero sí pretendo ser dueño de mis palabras. Que esas palabras que están en el texto, sean las mías. Después puedo trabajar donde sea, tengo algún límite. No pongo en discusión la propiedad de los medios, es así. Pero me parece que en esa propiedad de los medios, propiedad que no sólo tiene medios de comunicación, tiene otros intereses, entonces en la defensa de esos otros intereses, se confunde muchas veces el periodismo. Pierde el periodismo porque en esos medios se defienden más esos intereses que la búsqueda de lo que podría ser “una verdad periodística”. Ya ni siquiera hay pudor en engañar a través de títulos mentirosos. Ni siquiera hay pudor en omitir información importante que debería ser pública y que medios grandes directamente no la publican en beneficio de esos intereses, entonces el periodismo ahí pierde. No es esta una buena época del periodismo. Resulta paradójico que parezcan ser tiempos de más transparencia en algún sentido y es como la del VAR se supone más transparente y a veces todo se vuelve más obsceno en nombre de esa transparencia.
¿Cambió el modo de ver el fútbol a partir de las redes?
-Por lo pronto me parece que las redes han cambiado más al periodismo que al fútbol, el fútbol ha sido históricamente una vieja trinchera que ha resistido a la modernidad, buena o mala. Esas reglas centenarias, esa demora larguísima para introducir la tecnología que sí ya la tenían otros deportes, tenía algo que confieso me interesaba y me parecía atractivo. Más que las redes yo creo que lo que está cambiando es la propiedad del fútbol. Estados Unidos comenzó a interesarse en el negocio del fútbol, especialmente después del FIFAGate. Es decir los goles que no podía hacer su selección en algún mundial, los hizo el FBI y cambió la estructura del fútbol. Así hoy tenemos numerosos fondos de inversión, sociedades, figuras económicas que cuentan con una quinta parte de los clubes más poderosos del planeta. Así tenemos buenos estadounidenses en el Liverpool, Manchester United, Arsenal y unos cuantos otros clubes. Entonces comienzan a redefinir al deporte tal como lo entienden, un espectáculo muy protegido. Por ejemplo con una Superliga europea impulsada especialmente por esos propietarios estadounidenses de clubes ingleses, lo que querían era una competencia que para el espectáculo podía ser sensacional en un sentido, los mejores jugando contra los mejores todo el tiempo. ¡Claro, íbamos a tener partidazos! pero quitaba una parte de la esencia del fútbol que tiene que ver con lo imprevisible, con lo competitivo, con lo democrático. No fue casualidad que por eso los hinchas que sí entienden mejor de qué se trata el fútbol salieran a protestar, incluso con algo que beneficiaba a sus clubes. Los hinchas de clubes grandes salieron a defender a los chicos “ellos también tienen derecho a competir con nosotros”. Entonces más que las redes te diría que ese cambio de propiedad es lo que está modificando lo qué es el fútbol.
¿Hay una FIFA post Blatter o persisten sus mismos parámetros?
A Infantino le encanta decir que es una nueva FIFA. Para el mundial del 2026 habrá ¡¡48 equipos!! Cuando Blatter lo elevó a 32 decían que era demagogia, populismo para tener más votos y ser reelegido. No dicen esto ahora de Infantino y 48 selecciones mundiales. También ha dicho que quiere un mundial cada dos años. Quiso un mundial de clubes de 24 equipos que por ahora está fracasando. A lo que voy es que quiere más competencia, más clubes y se dice “esto es por el bien del fútbol” y la verdad que lo dudo, entonces realmente no sé si es una nueva FIFA. Cambió todos los órganos disciplinarios, la conducción de estos órganos cambió. Echó a gente que lo estaba investigando a él. En nuestro país tenemos un ejemplo de cómo él avaló una comisión normalizadora para intervenir al fútbol argentino. ¿Y todo por qué? Porque al poder político de turno no le gustaba la vieja conducción. Decían que Blatter hacía política y yo me pregunto cómo puede estar Mauricio Macri un hombre de la política intensa en un cargo de la fundación FIFA. ¿Por qué se le ofrece esa tribuna a un político, más allá de que me guste o no ese político? La verdad es raro, no corresponde sobre todo cuando jugás con la supuesta imagen de la nueva FIFA. Seguramente que han mejorado algunas cosas, no tengo dudas y otras han empeorado.
¿Qué significado tiene la transformación del mapa de medios y su incidencia en relación al poder real de las instituciones (AFA, Conmebol, etc.)?
-Así como fue cambiando la propiedad en los clubes de fútbol, también fue cambiando en los medios y en los dedicados al deporte, post FIFAGate; al menos en esta parte del mundo, en Sudamérica. Las cadenas estadounidenses, que siempre han sido poderosas, han logrado mayores derechos en el fútbol, en las ligas del fútbol de la región y como todas las nuevas plataformas, léase Facebook, etc., también tienen esa matriz. Entonces esa transmisión es más de matriz estadounidense en general. Y sabemos que USA es el mundo Disney, del espectáculo, entonces posiblemente todo apunte a cómo mejorar ese espectáculo. La discusión es si después eso es bueno para el juego. Porque uno en una lectura lineal podría decir que sí, mejor espectáculo mejor juego. No siempre es así.
¿Tenés tu once ideal, te gustaría compartirlo?
Fillol, Cafú, Franco Baresi, Daniel Passarella y Roberto Carlos, Cruyff, Beckenbauer y Platini, Messi, Pelé y Maradona.
Muy buena nota a uno de los mejores del periodismo deportivo. EFM aporta la claridad conceptual de la que carecen la gran mayoría de los periodistas especializados en deporte. Excelente aporte
Gracias Diego, coincido, en Oximorón procuramos hablar con referentes valiosos. Abrazo.