Cuando hablamos de injertos en una planta debemos saber de qué se trata. Injertar es unir partes vegetativas de dos o más plantas distintas para formar un nuevo individuo que conserve las ventajas de cada una.
Del producto de esa unión se forma un solo individuo, en el que se distingue una parte situada por debajo del punto del injerto, llamada portainjerto, patrón o pie, la cual aporta el sistema radicular. La otra, la parte superior, llamada injerto o púa, está destinada a formar la copa.
El injerto se debe efectuar con rapidez y delicadeza al momento de realizar los cortes, de una sola vez y utilizando herramientas afiladas, limpias y desinfectadas con una solución de hipoclorito de sodio.
Los objetivos en el momento de realizar el injerto en una planta pueden ser varios. En especies frutales, conservar las características genéticas de la planta a propagar, reducir la altura de plantas y al mismo tiempo, lograr producciones tempranas, o alcanzar precocidad de la producción. En definitiva, se trata de lograr en algunas especies de frutos, una planta menos desarrollada y con abundantes frutos. En especies de pepita, incluye a manzanos y perales. En especies de carozo, a duraznos, pelones, ciruelos, pluots – es un híbrido de carozo que se suele exportar- damascos, cerezos, entre otros.
En esta oportunidad, consultamos dos expertos en este tema: la Ing. Ag. Diana Fernández, del INTA Valle Medio y el Ing. Agr. MSc. Lautaro Aguilar, del INTA Roca.
Para Aguilar, “el injerto tiene dos finalidades específicas. Una es la multiplicación indefinida de individuos idénticos al original -propagación de clones- y la otra realizar un rápido recambio varietal, por variedades de mayor interés o cuando son sensibles a plagas y enfermedades”, explica.
Existen diferentes tipos de injertos y depende de la especie a injertar, la época y el material a utilizar. “Entre ellos se pueden mencionar el de púa y el de yema, con sus variantes: corona, doble lengüeta, parche, anillo, chip, entre otros”, señala Aguilar.
El injerto consta de dos partes, el pie, porta injerto o patrón que es la planta soporte. Mientras que la variedad o injerto es la parte vegetal que se le asocia. “Es una unión mecánica donde ambas plantas viven asociadas dependiendo una de otra, sin perder su individualidad”, explica Aguilar. Y agrega: “En este sentido, se obtiene el beneficio de las dos partes vegetales. Por ejemplo, el pie es capaz de vegetar en ciertos suelos, donde el cultivo no tiene oportunidad de subsistir por cuenta propia y con la variedad, se obtiene el fruto deseado”.
Según Fernández, “lograr el éxito del injerto depende en gran medida de cuatro aspectos fundamentales: el riego, el estado del material (yemas, púas), la experiencia del injertador y el atado del material. Es importante que quien se inicie en la actividad pueda hacerlo con alguien que tenga práctica en la materia, ya que la forma y prolijidad de los cortes como del injerto en sí, son de extrema delicadeza y destreza que solo se logra con la rutina”.
Las ramas de donde saldrán las púas o yemas para injertar deben ser las de un año que no presenten síntomas de deshidratación. “Se recomienda utilizar las yemas del tercio medio de la rama a injertar, nunca las de la punta”, explica Fernández, quien además aconseja que las mismas sean recogidas en la época de poda y se guarden en frigorífico de 0º C a +4 º C, o en el fondo de una heladera, envueltas en papel de diario mojado e introducidas en bolsas de polietileno o papel film eliminando el aire y cerradas.
También se pueden conservar, en arena húmeda, bajo cubierta, en lugar no soleado ni expuesto a temperaturas muy bajas ni inundable. Es importante no sacar el pedúnculo de las hojas para no herir o dañar la yema, o sea no “desplumar” la rama con la mano y deben cortarse las hojas con tijera.
Antes de efectuar el injerto – aconseja Fernández – conviene tener las ramas durante una o dos horas a temperatura ambiente y deben lavarse cuidadosamente. Es necesario respetar estrictamente el crecimiento de las yemas, o sea que estas no queden al revés y nunca injertar materiales deshidratados, brotados o dañados.
¿En qué estación del año en nuestra zona es más conveniente realizar los injertos?
En el caso de yema despierta es conveniente realizarlos en diciembre, injerto sobre madera. Se extrae la yema con corteza.
En yema dormida en febrero, injerto con madera “T” leñoso. Debe moverse la corteza.
En marzo, injerto con madera con mueca “Chip budding” o “Mallorquina” o “Astilla”. Incluye corteza, pero de mayor grosor, cuando no hay despegue de corteza.
En púa es conveniente a fines de invierno y principios de primavera, cuando “despega la corteza”, antes del inicio del crecimiento primaveral, para evitar el exceso de savia en los cortes y superar los fríos invernales, que limitan las posibilidades de unión.
Es fundamental considerar algunos puntos como:
· La variedad y el patrón deben ser compatibles.
· El patrón debe quedar en contacto íntimo con el injerto en la región de la zona cambial (se muestra en la figura).
· La variedad y el patrón deben proceder de material vegetal sano.
· El injerto debe hacerse en época oportuna, en que pie y variedad se encuentran en estado fisiológico adecuado.
· Inmediatamente después del injertado todas las superficies cortadas deben protegerse cuidadosamente, con cinta plástica y pintura, mastic o pasta protectora, para evitar la desecación e infección de los tejidos. En la región de la Norpatagonia se utiliza “cinta viñata” que se comporta mejor ante el clima seco.
Por último, se deben suprimir los rebrotes del patrón y tutorar el brote de la variedad.