En cualquier circunstancia que se avecinen elecciones, mucha gente le tiene miedo a las propuestas que se acercan al socialismo y miran con cierta simpatía a las propuestas neoliberales. Difícilmente aquellos que le temen a lo “no neoliberal” sepan siquiera de que se trata. La mayoría alude al derecho a la propiedad privada, al temor de ver supermercados vacíos, de tener menos pertenencias, etcétera.
Pero ¿Cómo nació el neoliberalismo?
Allá por el año 1947, un grupo de economistas, historiadores y filósofos fieles al austríaco Friedrich von Hayek crearon la Sociedad Mont Pelerin, lugar situado en Suiza. Creían que los valores de la civilización estaban corriendo riesgos. Para ellos lo más preciado del hombre occidental era la libertad de expresión y de pensamiento y la veían amenazada por aquellos que promulgaban el privilegio de la tolerancia. Los miembros de este grupo se autodenominaban “liberales” por su compromiso con los ideales de la libertad individual. La mayoría se fueron tornando neoliberales, doctrina que tomaron de los principios de la economía neoclásica que surgió en la segunda mitad del siglo XIX para desenterrar las ideas de Adam Smith y Karl Marx.
Fundamentalmente, se oponían a las teorías intervencionistas del Estado.
Consiguieron apoyo económico y político. Fueron financiados por un grupo de millonarios y líderes corporativos que se oponían a toda forma de intervención y regulación del Estado. A partir de los setenta, se movieron al centro de los escenarios en Estados Unidos y Gran Bretaña y tal pensamiento se ramificó a través de institutos y fundaciones. Especialmente en la Universidad de Chicago, de la mano de Milton Friedman.
La frutilla la lograron con el reconocimiento a manera de Premio Nobel de sus teóricos Friedrich von Hayek en 1974 (“la libre elección puede existir bajo un régimen de dictadura pero no bajo una democracia sin límites”) y Milton Friedman en 1976 (“solo el mercado puede garantizar la libertad de los individuos. La salud y la educación deben estar en manos de la libre competencia”).
Estos premios los hizo “respetables”. Así en 1979, el neoliberalismo se consolida como una ortodoxia económica reguladora de la política pública en Estados Unidos y Gran Bretaña. La primera prueba se hizo en Chile, en 1983, a la salida de Pinochet. La agitación social causada por los partidos comunistas y socialistas que promovían reformas e intervenciones del Estado, fue vista como una clara amenaza al poder económico de la clase alta.
El 1% de la población estadounidense y el otro 1% de la población chilena, que tenían el control de la riqueza sintieron la urgencia de protegerse y esta doctrina les daba el sustento moral y científico para intervenir.
En México, la implementación del modelo neoliberal vino por compromisos de deuda adquiridos anteriormente (1982) y que resultaban imposibles de pagar. La ola de privatizaciones de empresas estatales solo beneficiaron a un grupo de empresarios (Carlos Slim entre otros) y, por supuesto, al futuro presidente de entonces: Carlos Salinas de Gortari.
El neoliberalismo se sustenta en la idea de la libertad de expresión y pensamiento. Pero tener libertad para explotar a los demás, de hacer ganancias sin una contraprestación a la comunidad, de privar al pueblo de los avances tecnológicos, o de lucrar con las calamidades públicas para la ventaja privada. Son tipos de libertad de la mala, egoísta e inmoral.
El neoliberalismo le restaura el poder a los ricos, aunque no siempre a los mismos. Acaba con la solidaridad social para favorecer el individualismo. Nos condena moralmente. Les encanta tildar de comunistas a todos aquellos que busquen otras alternativas.
“No existe la sociedad, solo hombres y mujeres”
Margaret Thatcher
El crimen perfecto
“Lo que no tiene ninguna capacidad de aparecer es aquello que no apuesta por nada”
Jorge Alemán

Jorge es un poeta, psicoanalista y ensayista argentino. En 1976, por obvias razones, se exilió en España, con 25 años de edad. Desde esa fecha vive en Madrid. Hoy tiene 70 años.
Ha escrito mucho sobre este tema. Y también lo ha abordado en numerosas entrevistas.
Aquí dejamos algunos párrafos de sus reflexiones durante los últimos años, en reportajes realizados por Cynthia García y Daniel Freidemberg, respectivamente.
“La estructura del neoliberalismo es un dispositivo de una potencia enorme, como si nosotros estuviéramos en un orden simbólico y ellos en un flujo mediático permanente e ininterrumpido. Nosotros tenemos relatos, discursos, palabras, silencios, cosas imposibles de formular, cosas que necesitamos comprender… En el campo de ellos no hay nada imposible de decir, no hay silencios, no hay nada que comprender: además la verdad está destruida. La batalla es despareja”
“Antes los marxistas hablaban de ideología, de alienación. El sujeto tiene una parte de sí mismo extrañada porque no piensa por sí mismo sino que piensa en la lógica del sistema que lo domina. El neoliberalismo es más grave: no te aliena, directamente te produce. Te constituye, te quiere organizar como sujeto, quiere fabricar tu alma, quiere armar tu vida interior, quiere producir tu sensibilidad… Es un enemigo terrible. No creo en el crimen perfecto, pero el neoliberalismo es lo que más se le parece”
“¿Por qué ha surgido esta mutación del capitalismo que denominamos neoliberalismo, en donde la subjetividad tiene un papel crucial?
Porque al neoliberalismo no se lo explica solo a través de la idea de la alienación: el neoliberalismo produce subjetividad. En esa perspectiva, Lacan permite pensar, por ejemplo, qué sería inapropiable para el neoliberalismo; qué cosa puede haber en la existencia humana que no sea integrable en los circuitos neoliberales de producción de la subjetividad, que son circuitos en donde ya la subjetividad y la mercancía han hecho uno. Entonces, la izquierda lacaniana surge a raíz de este tipo de conjeturas e interrogantes. Pero también hay que decir que la izquierda lacaniana es contemporánea de un problema: que ya no hay más un sujeto histórico, ya no hay más un sujeto al que se le pueda adjudicar que lleve adelante algún proceso de transformación histórico. Ahora se sabe que al sujeto de la transformación hay que construirlo, y para construirlo hay que saber cómo está hecho. Te diría que el hecho político contemporáneo pasa por definir qué es el sujeto. Que ya no se puede hacer política solo definiendo leyes objetivas de lo social, o comportamientos de las distintas clases”
“En el discurso capitalista hay un sujeto que se conecta directamente con la plusvalía de goce: «tenés que gozar». Es decir, un sujeto consumidor y consumido. Es como alguien que toma agua para calmar la sed pero con cada vaso que toma la sed aumenta. Es un sujeto que está todo el tiempo en un movimiento ilimitado, por fuera de sus propias posibilidades, empujado por un mandato de goce. Es la situación que el neoliberalismo utiliza para hacer sentir a cada uno que cada vez que hay un problema social es, en realidad, una dificultad personal; que se tiene que concebir a sí mismo como un empresario de sí; que tiene que gestionar su vida y la relación con los demás desde esa lógica empresarial. Y ahí me gustaría señalar que en mis trabajos he tratado de ocuparme siempre de diferenciar la subjetividad del sujeto. Es decir, una cosa es la subjetividad construida y producida por el neoliberalismo, y otra cosa es el sujeto, que por definición no puede ser producido”
“Es cierto que las subjetividades son construcciones históricas; que cada época coloniza el lugar vacío del sujeto de una manera distinta, pero no podemos reducir todo a la construcción histórica. Porque llegaríamos a un momento donde la apropiación sería absoluta y ya toda la subjetividad: la relación con la muerte, la relación con la palabra, la relación con el sexo, estaría capturada por los dispositivos neoliberales.”
La fábula del Ministro y los cazadores
Un destacado Ministro de Medio Ambiente de un Gobierno neoliberal, tuvo una brillante idea para acabar con los cazadores furtivos.
Durante años entrenó a un enorme cuerpo de voluntarios, todos neoliberales, por supuesto, para tal fin.
Les proveyó de sofisticados equipos de detección.
Costeó una innumerable cantidad de viajes para que se familiarizaran con la fauna silvestre. Fueron preparados con cientos de cursos y seminarios sobre el tema.
Y finalmente, les dio armas de ultra precisión.
El plan era muy simple y eficaz.
Luego de detectar una colonia de animales en extinción, debían aniquilar a toda la especie.
Ciertamente, el Ministro fue muy reconocido dentro del Gabinete.
Había logrado que los cazadores furtivos ya no tuvieran razón de ser.
Moraleja: “Bárbaros, las ideas no se matan, pero se puede matar a los que las profesan” (Voltaire)