El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió hoy la misa central en honor de San Cayetano en el santuario del barrio porteño de Liniers, donde le pidió al “amigo” santo que “nuestro bendito país sea una verdadera posada para todos, sin excluir a nadie”.
“Como peregrinos, nos volvemos a reunir en torno a San Cayetano, el amigo del pueblo, al que le pedimos un corazón más solidario”, expresó durante la homilía.
“San Cayetano, el amigo del pueblo. Nuestro pueblo, desde las entrañas de fe más profundas, reconoce al patrono del pan y del trabajo como amigo, frente a ladrones que desde hace años lo despojaron de todo, como dice el Evangelio de hoy”, aseguró, y completó con esta sentencia de santo Tomás de Aquino: “El verdadero amigo quiere para su amigo que exista y viva, quiere hacerle el bien, deleitarse con su convivencia, y finalmente compartir con él sus alegrías y tristezas, viviendo con él en un solo corazón”.
El arzobispo porteño sostuvo que, “por todo eso, San Cayetano es nuestro amigo: porque quiere que tengamos una vida digna, con un trabajo que no sólo sea un modo de ganarse el pan, sino un cauce para el crecimiento personal y comunitario”.
“También, porque quiere que todos tengan una educación de calidad que los haga protagonistas de sus vidas, verdaderamente libres de pensar y decidir, sin presiones ni condicionamientos”, puntualizó, y agregó: “Por ser nuestro amigo, nos hace bien venir a visitarlo y poner nuestra vida en sus manos, compartiendo con él alegrías y tristezas”.
“San Cayetano nos quiere gratuitamente, como nos quiere Dios, no nos pide nada a cambio. Le importa mucho nuestra vida; clama al Cielo con nosotros por mejores condiciones de vida para todos; porque, desde hace años, nuestra Patria está herida, despojada de casi todo, medio muerta, como el hombre de la parábola que bajaba de Jerusalén a Jericó y fue víctima de los salteadores”, graficó, haciendo referencia al pasaje evangélico del buen samaritano.
“No queremos pasar de largo frente a tantos heridos al borde del camino de la vida, frente a tantos rostros concretos, víctimas de la exclusión. Hay muchas maneras de pasar de largo: vivir ensimismados, desentenderse de los demás, ser indiferentes, o discutir en escritorios cifras de pobreza y de indigencia, esterilizadas de lágrimas y humanidad”, afirmó.
El arzobispo porteño aseguró que, “para el amigo San Cayetano, cada uno de los peregrinos es reconocido, escuchado, tenido en cuenta, llamado por su nombre. Un amigo no pasa de largo, no mira desde lejos; y esto no es un tema de ideologías o posturas partidarias; es un tema de estar o no cerca de la gente sencilla de a pie, la que se levanta temprano para ir a trabajar, la que lleva a los chicos a la escuela, la que la pelea todos los días para llevar el pan a la mesa familiar, la que sigue haciendo un esfuerzo enorme a pesar de todo”.
Y citó nuevamente al Papa Francisco: “Lo verdaderamente popular, porque promueve el bien del pueblo, es asegurar a todos, la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna. Por ello, insisto (sigue diciendo el Papa), en que ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo”. (AICA)