Es difícil imaginar una cena o un típico asado sin una buena copa de vino. Cada vez más a los argentinos les interesa conocer el cepaje y el origen de la uva y en Mendoza, cuna emblemática de la vitivinicultura, se produce el mejor malbec alcanzando el mayor reconocimiento internacional.
Pero según los entendidos: “Atrás de un buen vino, siempre hay una buena uva y mucho trabajo”. Fue la conclusión luego de una recorrida por La Consulta.
Como no podía ser de otra manera, los orígenes de la región surgen del trabajo de los inmigrantes que llegan a la Argentina en mitad del siglo XIX, y principalmente después de la Segunda Guerra Mundial.
Para muchos fue la oportunidad de sobrevivir de una Europa desbastada. Sin embargo, para la familia Giusti fue mucho más que eso. Encontraron su lugar en el mundo. Esta frase puede parecer un lugar común de la redactora, pero al escuchar la historia de Fanio Giusti, es mucho más que eso, porque es el lugar que eligió para vivir, trabajar y formar una familia, pese a que por sus venas sigue corriendo sangre mediterránea.
En 1948 viajaron a este país para trabajar ya que su padre hacía labores de agricultura, manejo de la vid y elaboración de sus propios vinos. Luego de un año y medio la familia visita La Consulta para encontrarse con unos parientes. “Volvimos a estar en nuestro terruño, esto es lo más parecido a Italia”, recuerda Fanio. Y agrega: “Me encanta desde que llegué a los 9 años estar en la viña, es lo que me enseñaron mis padres: nos dejaron la levadura echa como se dice acá”.
La Consulta es una localidad con más de 7000 habitantes ubicada al norte del Departamento de San Carlos en Mendoza y que gracias a su altura y a su clima desértico, la zona posee grandes amplitudes térmicas, lo que favorece a la producción de uno de los mejores vinos de Mendoza. “A partir de enero son noches largas y frías necesarias para que maduré la semilla”, detalla el productor.
Junto a sus hermanos y ahora también sus hijos hacen las tareas de la tierra, porque con toda la simpleza Fanio confiesa “no se hacer otra cosa, trabajar en la viña es lo que más me gusta”. A los 70 años recuerda emocionado que “mi mujer también me ayudaba, fuimos contratista 23 años y recién después compramos la finca”.
Actualmente Giusti posee dos campos. Uno con plantas de manzanas, y el otro, con viñas espaldero Malbec con tela antigranizo porque “es un varietal que responde muy bien en la región y no necesita más que 3 curaciones”. Las plantaciones están a 2,20m de camillón a camillón y 1,40m de cepa a cepa, fertilizadas con guano de cabra y abono.
Entre los mayores escollos a sortear todos los años son las frecuentes inclemencias climáticas. “Hasta el 8 de noviembre nos hace suspirar la helada y después el granizo”.
Como una solución hace tres años puso tela antigranizo, aunque para la helada hay que trabajar con los tachos para calefaccionar el terreno, “pero es muy difícil conseguir gas oil”, explica Giusti. Y aclara: “Cada vez que hay una helada uno se acerca a los frutales para ver como los afecto”.
En los frutales las yemas de las flores son sensibles a las heladas tardías de primavera, la utilización de riego anti-heladas u otros sistemas de protección son habituales en zonas con elevado riesgo.
En uno de sus campos ante un plan de reconversión frutícola provincial, que se pagaba valor producto, se plantó manzana, peras y ciruelas. “Mendoza apostó a cantidad, calidad y continuidad y se hizo una reinversión”, pero “con la llegada del ministro de Economía Cavallo dispuso en esa época abonar valor dólar. Se arrancó todo y volvimos a poner viña”.
Reconocido como excelente podador de viña en la región, aclara que es una operación fundamental para la calidad final de la uva. Además en agosto hay que limpiar la planta, dejarla pelada porque sino le quita fuerza para su producción. Sin embargo, tanto para esta labor como para la cosecha de la manzana en la actualidad, es complicado conseguir mano de obra, y la mayoría son jubilados.
“En el manzanal el día de cosecha es lindo. Todo el mundo gana plata, el jornalero, el comercio de la zona. Es un trabajo artesanal porque no se tiene que machucar la manzana que trae por árbol aproximadamente 40 kg, y no hay que dañar la planta porque según como se la trata es la producción del año que viene”, explica el productor mendocino.
Los Giusti como tantas otras familias viñateras dedican sus vidas a mejorar sus emprendimientos sabedores que realizan productos de calidad, siendo marca registrada en la Argentina.
Es por ello, que cuando se prepara un encuentro o una comida entre amigos, según la tendencia en las últimas décadas, es mejor hacerlo con una buena bebida producto de uvas cuidadas con la pasión como la de los Giusti.
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