“Ya estoy adentro, prendí la calefacción”, anuncia Víctor Bereciartúa, Vitico a secas, dispuesto a compartir la ansiedad que le despierta el lanzamiento de la Trilogía a la que rebautizó ‘Los ocultos’ como quien se atreve a pelar el secreto más preciado, hecho canciones.
Los discos en cuestión son ‘Ha llegado la hora’ (1985), ‘Vitiken Entertainment’ (1988) y ‘No sé si voy a volver’ (1994). “Cuando no hacía Riff, me dedicaba a esto”, explica en relación al material que finalmente decidió reedirar este año por el sello RGS Music en formato compact disc. “Me llaman a los 3 meses y me dicen que quieren editar los tres CDs. Fue una gran alegría porque cuando uno graba con los mejores ingenieros, haciendo lo mejor y después no se conoce es como que te los metes en el orto, hablando mal y pronto” (risas)
“Siempre fui analógico”
Menos ronca que su socio de la vida, Norberto ‘Pappo’ Napolitano, la voz del bajista y líder de Viticus avala en esto de tipo curtido, atento a lo que venga. “En el tercer disco toca BB Peña, gran baterista y amigo que ahora está en Francia. Fíjate que le mando líneas de bajo y él me las devuelve con la batería. Yo que siempre fui analógico total, ahora estoy descubriendo esto”, revela como quien descubre feliz un nuevo conocimiento.
La misma postura expresa al evaluar otros géneros. “No me preocupa porque las épocas van cambiando. El rock tuvo su furor hace tiempo y después fíjate que son siempre negocios. Si a los jóvenes les gusta el trap, me parece respetable. Son como payadores del siglo XXI y eso tiene su interés”, destaca y se detiene en un escenario compartido durante el último Cosquín Rock.

“El tipo tenía detrás una buena banda y eso es respetable. Como cuando se ponen frente a frente y tienen que improvisar sin hablar mal de la familia del otro, hay que bancársela. Me parece que tiene su gracia”, reflexiona acerca de las riñas de gallos. En cambio asume no entender a “bizarrap”. “O algo por el estilo, parece que lo hace un pibe de La Matanza con una Tablet, lo cual lo felicito. Tiene 108 millones de pasadas y no se entiende ni la letra ni el ritmo ni nada. ¿Ves? eso me preocupa, que 108 millones oigan eso, pero qué se yo. Si les gusta…”
Nada mejor que la franqueza, entre las virtudes de quien prefiere tocar con su ‘Viticus’ “porque solo es aburrido y con la banda me siento bien. No se puede hacer cosas con gente de mi edad o están muertos o no da. Desgraciadamente en estos días se fueron Rinaldo Rafanelli y Willy Crook”, repasa yéndose en elogios para sus colegas. “Son épocas en la que el destino nos empieza a cobrar a los que hemos hecho vidas agitadas. Cruzo los dedos, son cosas que pasan”.
Al Canciller, como también se lo conoce, ya le dieron la primera dosis de la Sputnik V. “De Sadaic me mandaron una enfermera para la de la gripe, hay que esperar quince días. Ya estoy en fecha para la segunda. Igual me he cuidado muchísimo y seguiré haciéndolo, porque prefiero morir de una sobredosis de algo a morirme de esto“.
Rock, una forma de vida
Admite no haber visto el documental ‘Rompan todo’, sobre la historia del rock en Latinoamérica. “Por comentarios, creo que esos que están no rompieron nada. Y además ‘Rompan todo’, ¿qué tiene que ver? El rock no es romper, el rock es otra cosa una forma de vida. Un documental en que no esté Riff no es de rock”, define. “En donde Pappo apenas figure y que los Redondos, casi no estén, ni La Renga, no existe. Le podrían haber puesto ‘Que sea pop'”.
Al hablar de asignaturas, Vitico celebra haber hecho rock en serio. “Me fui a Inglaterra de chico pensando que allá la iba a pegar y volví porque me dijeron que me fuera. No obstante de eso, toqué media hora con Keith Moon (baterista de The Who) y la puse donde la ponía Jimmy Hendrix (risas), son cosas que las tengo conmigo. Además volví 20 años después por la puerta grande con una bebita de una mujer que tenía familia en Inglaterra y la pasé muy bien. Yo estaba allá y al mismo tiempo Pappo en Estados Unidos. Hasta que nos juntamos y él me dijo ‘vamos a hacer una banda de rock en serio y la hicimos”.
En el kilometraje de quien nunca paró, como destaca con orgullo, Vitico rescata el paradójico empuje para los músicos argentinos durante la guerra de Malvinas. “Duró poco pero fue fuerte, destaca. Yo estoy orgulloso de lo que hicimos. Mirá que con Pappo salíamos los dos a pegar carteles con un tacho de engrudo”, afirma quien está convencido de que hubo un antes y un después de Riff. “Porque como decía Pappo ‘habían ablandado mucho la milanesa'”, destaca emulando la voz ronca de ‘El Carpo’.

Tiempos raros aquellos, según el músico. “Había una especie de acuerdo con los gobiernos militares para que se hiciera música suave, entendés y con Riff salía del escenario una energía de la que la gente no estaba acostumbrada”. Entre los shows recuerda el de un teatro, después de ‘Dulces 16’, otra banda de entonces. “Tuvimos que poner más plata de lo recaudado para pagar las butacas”, acepta.
Tirar alegría y energía son dos frases que repite el artista convencido. “Cuando se vaya esta horrorosa pandemia, voy a seguir con Viticus y que la gente se vaya más contenta de lo que vino. Porque vio una banda donde todos dan lo mejor”.
La impresión que intenta transmitir, lo remite a sus años de adolescente en Inglaterra, donde vivió dos años. “Allí los fines de semana puede ver a Pink Floyd, King Creamson, hasta Los Faces y ¿sabés qué?, cuando escuchaste a esas bandas, te quedabas toda la semana contento. Ese es mi objetivo que oigan algo que suena bien”, proyecta y amplía: “Para mí cada show debe ser un poco mejor que el anterior. Y cada disco también”.
Consultado sobre si leyó la biografía de Pappo, Vitico confiesa: “Sergio (Marchi, el autor) es amigo y lo respeto, pero me pareció demasiado larga y creo que hay cosas que podría no haber publicado. Pappo fue casi mi mejor amigo. Era fabuloso no solo como tocaba, si no con su sentido del humor. Por ahí a veces hizo cagadas, pero todos tenemos defectos. Que haya detallado sus cosas feas no me gustó”.